martes, julio 25, 2006

 

Todo lo de las focas

por María Elvira Villamil

Novelas, relatos, ensayos, autobiografías, traducciones teatrales y distintos géneros periodísticos componen la obra del escritor y periodista mexicano Federico Campbell. En 1989 publicó la primera edición de Tijuanenses, colección de cuatro relatos y una novela corta: "Anticipo de incorporación", "Tijuanenses", "Los Brothers", "Insurgentes Big Sur", y Todo lo de las focas. Ésta última presenta un narrador desterrado entre México y Estados Unidos y se ocupa tanto del cruce de fronteras como del movimiento y los cambios sufridos por la ciudad de Tijuana.
La frontera en Todo lo de las focas puede verse como espacio en donde se yuxtaponen fragmentos de diferentes lugares y épocas. Retomando la “fantástica suposición” de Freud, se trata de pensar la ciudad no como una morada humana, sino como una entidad mental. La ciudad en el texto de Todo lo de las focas es, en última instancia, la psiquis del personaje que percibe o imagina el espacio que recorre.
Dividido en diecisiete apartes, Todo lo de las focas se inicia con un epígrafe tomado de Las sergas de Esplandián de Garci-Ordóñez de Montalvo. Aquí aparecen dos aspectos que tienen relevancia en la novela del mexicano, estos son, el lugar y la(s) mujer(es). Es otra cita, sin embargo, la que puede elucidar Todo lo de las focas: “Clavando perdidamente la mirada en ellas y en sus juegos, vi que nada tenían que hacer tan lejos del mar, que no éra ese su sitio adecuado sino la línea divisoria que empieza y termina en las playas. Seres a medias: metamorfoseados, fronterizos, en medio del camino hacia la vida terrestre, habitantes risueños de las olas, muñecas flotadoras, somnolientas, mudas, seres andróginos y en apariencia asexuados, las focas reaparecían y desaparecían bajo el agua cristalina”. Así ve las focas el narrador de la novela, y así se percibe él a través de la lectura: como ser fronterizo, andrógino, suspendido.
Hacer un recuento de la historia (eventos y participantes) de Todo lo de las focas no es tarea simple. La dificultad radica principalmente en la relativa fiabilidad del narrador-focalizador por la manera en que éste presenta lo focalizado. Es una necesidad el hacer referencia al nivel del relato (temporalidad, caracterización, focalización), y en particular al aspecto de la focalización. El universo ficcional del personaje inestable y sin identidad de Campbell le transmite al lector información histórica y biográfica pero a través de una fragmentada percepción espacio-temporal. Al interior de la ficción misma es posible dividir los espacios que observa en dos categorías, unos como "reales" y otros como "ficticios". Los segundos y predominantes corresponden a aquellos que el narrador imagina, ya que continuamente crea escenas, diálogos, situaciones que aparecen una vez o que se repiten según su voluntad. Al igual que Beverly, la mujer estadounidense a quien mira, otros seres y circunstancias se convierten en referentes producto de su propia creación. Aún más, el mundo en Todo lo de las focas deja de existir en el momento en que el personaje deja de hablar o de escribir, como se observa en la última página de la novela. Valga decir que Todo lo de las focas se une así a la novela mexicana posmoderna con su carácter metaficticio y autorreflexivo.
El texto se construye con base en el discurso de este narrador-focalizador que poco hace al nivel diegético, que duerme y se encierra entre paredes, o que recorre las calles de Tijuana y la geografía fronteriza. No tiene un nombre que permita su identificación, que le dé unidad o lo particularice; es un NN, ser marginal y fragmentado que puede ser muchos, cualquiera. Deambula solo, sin rumbo, tomando fotografías, observando los diferentes lugares y recordando la época de su padre y la de su infancia. Entre otros espacios, recorre el antiguo casino Agua Caliente, que fue durante los años veinte centro de diversión y lugar de encuentro entre el mundo estadounidense de Hollywood y la nueva Tijuana.
A partir del discurso del narrador se puede resaltar el énfasis en la otredad, entendida ésta como la coexistencia de mundos disímiles. Este concepto, comentado por Freud, aparece años después con variaciones en otros teóricos. Concretamente, esta preocupación se refiere, según Harvey y McHale, a la coexistencia en un “lugar imposible” de un gran número fragmentado de mundos posibles. El narrador y personaje de Todo lo de las focas recrea una Tijuana que es, al mismo tiempo, pueblo marginado de la frontera norte y centro turístico ocupado por conocidas personalidades. Tanto los medios masivos de comunicación con su transmisión de imágenes múltiples, como la heterogeneidad de quienes van de paso o se quedan en la ciudad, contribuyen a configurar un espacio alterado desde sus comienzos. Tijuana es representada como un lugar que cambia constantemente de forma, un espacio que puede verse figurativamente como perturbado, fragmentado, desarreglado.
Agua Caliente fue durante los años veinte centro de diversión, un lugar que durante la época de apogeo contribuyó a incrementar un "proceso de superpoblación flotante", como dice el mismo narrador de Todo lo de las focas. El personaje de Campbell habla de esta llamada época de oro del turismo, y a partir de un "desleído fotograbado" en el que aparece su padre telegrafista, comenta acerca de la torre de control que "organizaba el servicio de taxis voladores entre Hollywood y el casino de Agua Caliente". La referencia a este espacio ocurre en varios apartes del relato; el narrador traza la historia del lugar desde su primera forma, siguiendo con sus posteriores modificaciones y restauraciones hasta un tiempo presente. Agua Caliente deja de ser casino para convertirse en centro escolar durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, y luego en lugar abandonado. Paseándose por sus ruinas, el personaje recrea los eventos de comienzos de siglo mezclando tiempos y espacios posteriores; allí recuerda la época de colegio en la que, caminando por los "bajos recintos del casino" y la escuela, la imaginación la convertía en el mundo del cine que antes existiera. El lugar se transforma así en ámbito fantástico en donde, como al entrar en la sala oscura del cine, la gente se aísla para disfrutar de la ficción. En la Tijuana reciente, la torre de Agua Caliente se mantiene como uno de los lugares representativos y como punto de referencia para sus habitantes; su imagen, aceptada o rechazada por diversos motivos, es aún parte integral de la historia de la ciudad. En su estudio sobre las imágenes representativas de la cultura tijuanense, García Canclini transcribía apartes de testimonios orales. Para algunos de los entrevistados Agua Caliente era objeto de discusión entre “lo nacional” y “lo extranjero”, tema visualizado en Todo lo de las focas.
“Beverly” es el primer y más importante narratario: como una estrella de cine proveniente de los Estados Unidos, desciende en su avioneta a territorio tijuanense. En el comienzo de su relato el narrador no es explícito, pero en medio de la ambigüedad se puede concluir que Beverly es, como otros seres y lugares, creación suya (en última instancia, ella es él mismo). Pero producto imaginario o no del narrador, esta “mujer” es a quien él se dirige tanto en los diálogos como en los apartes en donde le habla directamente usando la segunda persona. Un segundo narratario se da a otro nivel narrativo, y sólo aparece explícitamente en el último párrafo de Todo lo de las focas: es un oyente o lector, destinatario de lo que dice o escribe.
Beverly es objeto de fantasías sexuales de un narrador que finalmente no establece relaciones con mujer alguna. En cierta forma es Beverly Hills, el otro lado, que llega a una Tijuana ya invadida por sus productos populares y por su sociedad de consumo. En cuanto a la mujer como espacio de discusión acerca de la otredad, autores como Chambers afirman que, en el pensamiento moderno europeo, la interrogación del "otro", de lo desconocido, irresuelto e inescrutable, ha sido junto con la raza, representado por lo "femenino". Como metáfora de transgresión y fractura, dice Chambers citando otros estudios, que lo "femenino" generalmente no mantiene una directa o incluso necesaria relación con mujeres reales. El autor se refiere posteriormente a los lenguajes y voces reprimidas, a las historias ignoradas, aquellas representadas por la mujer, por diferentes grupos étnicos, y en general, por el mundo no occidental. En Todo lo de las focas, sin embargo, esta relación se complica, ya que el que mira y habla es un hombre de Tijuana, un ser marginal que sueña con, y es ya parte del otro, de un "femenino" símbolo de la cultura estadounidense. Se podría afirmar que en medio de la contradicción, el mundo del cine de masas, a pesar de sus estructuras repetitivas y su impulso al consumo (en donde la mujer es cosificada), permite nuevas posibilidades y formas, y descubre un espacio para la imaginación y el ensueño del observador. Visto desde este punto de vista, y no desde la crítica de la alienación, el "otro" en el relato de Campbell es el espacio para la imaginación y la apertura hacia mejores y más gratificantes "experiencias". En su actividad como voyeur, el narrador de Todo lo de las focas se distancia de la(s) mujer(es), y de los otros. Por lo tanto, se distancia también del lugar, un espacio en donde los encuentros no tienen cabida. Más que enfrentarse o acercarse al mundo, lo representa. La fotografía contribuye a esta representación: predomina la imagen, la técnica de montaje. Con su cámara fotográfica, el narrador selecciona una parcela de la "realidad" y se apodera, así sea efímeramente, de un momento en el tiempo. Sus ojos, la cámara fotográfica de la cual no puede desprenderse por ser una extremidad más, y las publicaciones llenas de imágenes, resaltan el sentido de la vista.
Al igual que en numerosas novelas mexicanas recientes, la mirada en el texto de Campbell es problemática central y reiterativa. Una vez más, es el narrador quien expresa su obsesión por la mirada: sus ojos y su elongación, la cámara fotográfica, son tema y forma recurrentes. “Vago uncido a mi cámara fotográfica", dice, distanciándose así de aquello que desea pero que al mismo tiempo evade. En el mismo aparte, en el cual la mirada de una niña de doce años se revierte por primera vez convirtiendo al voyeur en observado, dice el narrador: “se fue alejando poco a poco de aquella parte del jardín y de aquel grupo de mujeres para alcanzarme y volver a caminar a mi lado y observarme de reojo. Sé que me miraba y me veo de perfil junto a ella. El teleobjetivo de repuesto, cilíndrico y alargado, añadido a la cámara, salía erguido hacia enfrente”. En su libro Easy Women, Castillo analiza la relación entre la violación y muerte metafórica de la mujer a través de la fotografía y la creación de la narrativa. La violencia metafórica, siguiendo a Castillo, permite la escritura de la novela en cuestión, pero al mismo tiempo es la causa de que se suspenda.
En la teoría cinematográfica se encuentran aspectos relevantes para el estudio de la relación entre la mirada y el objeto de deseo sexual. Como afirmaba Stam, la reciente crítica y teoría cinematográfica se ha centrado en lo que se denomina " 'erotics' of film identification". El interés se enfoca hacia lo que Nowell-Smith llama "intersubjetive textual relation", es decir, la relación entre la película y el espectador. En Todo lo de las focas el narrador dirige su atención hacia el aparato en sí, a la cámara o el teleobjetivo; éstos, como miembros de su propio cuerpo, forman parte de él como sujeto deseador. Stam retoma lo escrito por Metz, quien argumenta que la impresión de "realidad" lograda por las películas se deriva de una situación cinemática que induce a sentimientos de retiro narcisista y soñadora complacencia consigo mismo, una regresión a procesos primarios condicionados por circunstancias similares a aquellas que subyacen a la ilusión de realidad en el sueño. Lo escrito por Metz y Stam, por lo menos en cuanto a los estudios de Lacan sobre la etapa del espejo, es evidente en el texto de Campbell. Desde el primer párrafo, el yo narrador dice ser “el centro del mundo, el espejo: nada importa, todo existe en función mía, cuando duermo desaparecen las cosas, la tierra deja de girar y de desplazarse por el universo”. Asimismo, como el niño en la etapa estudiada por Lacan, la hiperactiva percepción de este hablante coincide con la disminución de la actividad motriz. En cuanto a la situación cinemática, la lectura global del texto da las pautas para concluir que la presencia de un cine de masas, o como dice Metz, un tipo de ficción fílmica convencional, lleva a este estado de vigilia que pone al narrador-espectador en un estado cercano al del sueño y el ensueño más que a otros estados de desvelo. El decrecimiento de la vigilia se traduce en un narrador soñador, desvariado, un ser contemplativo que como él mismo dice, se distancia de grupos sociales y eventos políticos. En resumen, la situación cinemática implica un apartarse, dejar a un lado la preocupación por el mundo exterior y desarrollar una fuerte receptividad hacia la satisfacción del deseo en la fantasía.
En Todo lo de las focas Campbell crea espacios cuyo margen temporal puede establecerse desde comienzos de siglo hasta los años ochenta. Es decir, su relato recupera trazos de la Tijuana de las primeras décadas del siglo XX, como también de los años cincuenta y subsiguientes. El impacto moderno del cine y la fotografía, que desde comienzo de siglo ha enseñado a ver de distinta forma lo cotidiano, se centra aquí precisamente en la forma de ver de un hablante cuyo lenguaje se impone por encima de sus posibles referentes. El énfasis del texto está en lo formal, en los lenguajes con los cuales se trabaja. Todo lo de las focas se asemeja a la forma y los motivos de la novela vanguardista de comienzos de siglo, pero al mismo tiempo la subvierte y se distancia de ella, sobre todo en cuanto a la constitución del sujeto y su relación con el espacio citadino. En el texto de Campbell el personaje sale al mundo y deambula por las calles, sigue a otros y se desvía sin motivo alguno, carece de rumbo y de objetivo. Deambula e integra en su periplo el quehacer del artista vanguardista: mediante la fotografía se apropia de fragmentos de la realidad, los selecciona y aísla según su deseo. De esta manera, implementa la técnica de montaje en la creación de su realidad imaginada.
No sobra recordar que el flâneur es una de las encarnaciones del artista en el medio urbano. El mundo en el que se desenvuelven los paseadores en numerosas novelas vanguardistas es el de la pesadilla y la irrealidad, son seres angustiados y frustrados. Y es precisamente aquí en donde el personaje de Campbell (artista, creador, autor del mundo representado) se distancia: aunque de alguna manera en “estado de yecto”, solo y fragmentado, al margen del mundo del trabajo y del contacto social, no puede considerarse un alma atormentada. La ciudad ha cambiado nuevamente: el personaje en el texto del mexicano se encuentra descentrado, pero finalmente no "despedido" o dejado a un lado. Por el contrario, más consciente de sus límites y posibilidades, es un ser autorreflexivo que busca, en las casas y en las calles, un espacio de posible transformación y gratificación gracias a su poder imaginativo. El narrador/fotógrafo de Campbell no tiene espacio de arraigo, pero pese a ello no se encuentra angustiado ni atormentado sino que tiende al marasmo. Al igual que un turista, NN se desplaza por la ciudad y sus alrededores tomando fotos y describiendo la geografía del lugar. El flâneur de otra época se aliviana: quiere deshacerse de referentes inmediatos y se entrega al ocio. De alguna manera, añora y forma parte de la frontera como centro de diversión, como espacio de ocio y tiempo libre. Es apropiada la frase de Ed Cohen, citada por Chambers, para ver a este nuevo sujeto: el flaneur se transforma en planeur (58). El personaje de Todo lo de las focas es o quiere ser como un planeador gracias al cual puede experimentar tranquilidad y placidez: busca ir de un lado a otro, no estar en ninguna parte, no ser partícipe de conflicto alguno. Este ser fronterizo reitera su marginalización y su falta de participación en los eventos de los dos lados.
Si bien es cierto que el ocio y la indiferencia de la gratificación fantasiosa forman parte constitutiva de Todo lo de las focas, también tienen cabida espacios en los cuales se representan problemas de diversa índole. Por una parte, presenta el aislamiento del narrador frente a otros tijuanenses y mexicanos en general, así como un encierro que lo convierte por momentos en sujeto perseguido. Por otra parte, Campbell ha tenido un acierto más, el de incluir en Todo lo de las focas problemas que afectaron o que aquejan hoy en día a la población de la frontera: la pobreza, la violencia, las pandillas, el juego, el aborto ilegal, la intervención estadounidense, la prostitución, la contaminación y los desperdicios.
Como se ha planteado, en Todo lo de las focas los límites entre la "realidad" y la "fantasía" del personaje quedan imprecisos. La lectura de estos límites exige la activa participación del lector de Campbell. Así como las calles se han convertido en interrogantes para el narrador de Todo lo de las focas, el lector puede intentar darle coherencia al texto, o dejar abiertos los entrecruzamientos y contradicciones de sus espacios.
María Elvira Villamil
University of Nebraska at Omaha


Bibliografía seleccionada


Chambers, Iain. Border Dialogues. Journeys in Postmodernism. London: Routledge,
1990.

Campbell, Federico. Conversaciones con escritores. México: Secretaría de Educación
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Castillo, Debra A. "Borderlining: An Introduction". Tijuana. Stories on the Border.
Federico Campbell. University of California Press: Berkeley and Los Angeles, 1995.
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Minneapolis: University of Minnesota Press, 1998.

Freud, Sigmund. Civilization and its Discontents. London: The Hogarth Press, 1953.

García Canclini, Néstor. Tijuana, la casa de toda la gente. INAH/ENAH/ Programa
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Harvey, David. The Condition of Postmodernity. An Enquiry into the Origins of
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Stam, Robert. Reflexivity in Film and Literature. From Don Quixote to Jean-Luc
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Vaquera, Santiago. “Tijuana Postcards: geografías imaginarias”. Ventana abierta 1, No.
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Villamil, María Elvira. “El espacio fronterizo en Todo lo de las focas de Federico Campbell”.
Ciberletras: Journal of Literary Criticism. Number10, December 2003. Yale University,
Department of Spanish and Portuguese:
http://www.yale.edu/spanish/ Véase también:
http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/

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